Rapsodia Mexicana para Orquesta, Carlos Islas Arias.
Esta obra surgió a raíz de una
comisión hecha a un servidor por la Coordinación de Orquestas del Sistema
Nacional de Fomento Musical dependiente del CONACULTA en el año de 2011.
Se me sugirió hacer un arreglo
que tuviera música de diferentes regiones del país. Lo cual acepté con gusto ya
que desde antes de la mencionada comisión, tenía una vaga idea acerca de realizar una
rapsodia con canciones mexicanos. Se me sugirieron algunas piezas, que me
parecieron adecuadas y agregué otras que, sobre todo, tuvieran cierta afinidad
con las ya seleccionadas. Esta afinidad, tenía que ver sobre todo con cuestiones
musicales: así por ejemplo traté de que las piezas tuvieran una cierta
similitud rítmica; el lugar de origen de cada una también fue importante, e
incluso la estructura melódica y armónica. Con ello, intenté que la Rapsodia Mexicana
tuviera una cierta unidad estructural hasta donde lo permitieran las melodías
elegidas.
El orden y aparición de cada una de las
piezas, dentro de la Rapsodia Mexicana,
también fue cuidadosamente pensado. La forma de la Rapsodia Mexicana es hasta cierto punto circular, es decir, hay un
regreso a modo de ritornello, enmarcado
todo dentro de una estructura armónica y melódica que se despliega a lo largo
de toda la obra.
Las piezas mexicanas que
conforman la Rapsodia Mexicana son las siguientes:
1. El
Carretero (Jalisco)
2. El
Sinaloense (Sinaloa)
3. El
Nito (Oaxaca)
4. El
Corrido de Chihuahua (Chihuahua)
5. El
Quelite (Sinaloa)
6. Campechana
(Campeche)
7. Peregrina
(Yucatán)
8. El
Corrido de Monterrey (Nuevo León)
9. Tampico
Hermoso (Tamaulipas)
10. El
Tigre (Tabasco)
En ese orden aparecen, precedidas
de una pequeña introducción, y están agrupadas de acuerdo al género musical. Así,
las primeras tres son sones: El
Carretero, El Sinaloense y El Nito, todas en compás de 6/8. Las tres
siguientes están en compás ternario (3/4), y son: El Corrido de Chihuahua, El Quelite y Campechana, todas en ritmo de
vals. La siguiente pieza es Peregrina
en compás binario (2/4). Le siguen dos corridos: El Corrido de Monterrey y Tampico Hermoso, también en compás
binario. Para enlazar las melodías se recurrió al recurso de transiciones, que elaboran
de manera sencilla, ciertos motivos del material ya escuchado, algunos de esos
motivos están presentes a lo largo de toda la Rapsodia, con el fin de lograr una cierta unidad.
La última pieza es nuevamente un
son: El Tigre, la cual, cierra el
ciclo de las diez piezas mexicanas elegidas, y además permite el regreso a una rítmica
similar a la del inicio. Una característica de El Tigre, es que los grupos folklóricos que interpretan esta
melodía incorporan un solo de percusiones, por lo tanto también existe uno en
la Rapsodia Mexicana con la sección
completa de percusiones de la orquesta, que funciona como transición, para enlazar
a la sección final: una recapitulación-desarrollo, en donde escuchamos
nuevamente algunas de las melodías que conforman la Rapsodia Mexicana, elaboradas con algunos recursos contrapuntísticos.
Así suenan otra vez El Tigre, El
Carretero, El Sinaloense, El Corrido de Chihuahua, cerrando con El Nito con un tutti orquestal.
He de finalizar diciendo que la
obra está dedicada a todas las orquestas juveniles del país, por lo que se contempló
que la obra tuviera una dificultad de sencilla a media en el aspecto
técnico-instrumental, con el fin de que la mayoría de las orquesta juveniles la
puedan interpretar, y claro, es también un homenaje a los autores de las canciones
seleccionadas:
El Carretero
(Rubén Fuentes); El sinaloense (Severiano Briseño); El Nito (Samuel Mondragón)
El Corrido de
Chihuahua (Felipe Bermejo); El Quelite (Alfonso Esparza Oteo); Campechana (Pepe
Guizar); Peregrina (Ricardo Palmerín); El Corrido de Monterrey (Severiano
Briseño); Tampico Hermoso (Samuel Lozano); El Tigre (Zapateo, Dominio Público)
Carlos Islas
Arias, julio del 2012.