domingo, 21 de octubre de 2012

Carlos Islas Arias: Tríptico a Sor Juana (2012) Reseña.



Carlos Islas Arias: Tríptico a Sor Juana (2012)
Reseña.

El Tríptico a Sor Juana (2012), está integrado por tres sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), y son los siguientes:

1. Este que vez engaño colorido
2. Verde embeleso
3. Detente, sombra de mi bien esquivo. 

En lo personal escogí estos sonetos porque en ellos la poetisa Sor Juana habla en primera persona, además de que están de cierta manera relacionados. En el primero, Engaño colorido, Sor Juana nos da sus puntos de vista sobre un cuadro, una pintura, tal vez su retrato. Y razona que es un engaño, porque detiene el tiempo:

éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar  de la vejez y el olvido,

El segundo soneto, Verde Embeleso, es muy parecido en concepción, comenta acerca de las falsedades o verdades que se pueden obtener bajo diferentes puntos de vista:

los que, con verdes vidrios por anteojos,
todo lo ven pintado a su deseo;

Y proclama ella, Sor Juana, triunfante:

porque yo, más cuerda en la fortuna mía
tengo entrambas manos, ambos ojos
y solamente lo que toco veo. 

Dando a entender  su vocación científica y su escepticismo tan raro en la época en la que vivió.
El tercer soneto Detente, sombra de mi bien esquivo es, creo yo, el más personal de los tres. Habla acerca de un hecho muy común a la experiencia de las mujeres, el enamoramiento y la posterior decepción, provocada por las maneras y hechos de un presumible hábil seductor: 

¿Para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?

 Y también al final, Sor Juana se proclama triunfante sobre el seductor: 

Poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

En la música he tratado de enfatizar el carácter personal de estos tres sonetos. Sobre todo en los versos referidos y más aún cuando ella concluye de manera tan brillante y contundente ofreciéndonos su punto de vista y cerrando la idea de cada soneto. Musicalmente hablando también el discurso musical trata de ser coherente con estas ideas barrocas sobre la retórica: presentación de la idea, desarrollo y conclusión. Cada una de las tres piezas que componen el tríptico está estructurada musicalmente de esa manera. También comparten ciertos motivos melódicos y ciertas estructuras armónicas lo que las relaciona estrechamente aún más. Estas relaciones están aun mayormente enfatizadas por el hecho de que todo lo anterior se amalgama dentro del marco de los denominados cuartetos dodecafónicos, que es de donde surgen la melodía y la armonía, lo cual se va transformando a lo largo de los tres sonetos por medio de derivaciones dodecafónicas.
En la conclusión de cada pieza, trato de enfatizar la idea con la que Sor Juana termina cada soneto, es decir, recalco el carácter personal de la idea conclusiva. En este caso la intérprete debe sentirse Sor Juana y proclamar el triunfo y contundencia, por lo menos en el soneto, de las ideas vertidas por la misma Sor Juana.
Otro elemento musical que trata de hacer referencia a ciertos recursos propios del soneto, es el uso del compás de 11/16avos, que aparece sobre todo en el último soneto, relacionado directamente con el metro endecasílabo de cada verso, propio del soneto barroco.
Debo terminar diciendo que este tríptico surgió a raíz de la colaboración musical entre la estimada soprano y amiga Rocío D. Elizarraràs y un servidor, quienes hemos ofrecido diversos recitales de piano y voz  juntos. Así que el Tríptico a Sor Juana, está dedicado especialmente a ella, que se dedica a difundir la música mexicana para voz y piano de los siglos XX y XXI y es por supuesto un homenaje a la propia figura de Sor Juana Inés de la Cruz, vista desde la óptica musical contemporánea.



Nota: Esta  pieza se estrenará el día domingo 11 de Noviembre del 2012 a las 17:00 hrs en la Sala Manuel M.Ponce del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México, dentro de las jornadas auspiciadas por el INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes) y la SACM (Sociedad de Autores y Compositores de México). Además de otras piezas de autores mexicanos del siglo XX y XXI.
Quedan cordialmente invitados todos.
 
Carlos Islas Arias, octubre del 2012.

jueves, 9 de agosto de 2012

Rapsodia Mexicana para Orquesta, Carlos Islas Arias.


Rapsodia Mexicana para Orquesta, Carlos Islas Arias.
Esta obra surgió a raíz de una comisión hecha a un servidor por la Coordinación de Orquestas del Sistema Nacional de Fomento Musical dependiente del CONACULTA en el año de 2011.
Se me sugirió hacer un arreglo que tuviera música de diferentes regiones del país. Lo cual acepté con gusto ya que desde antes de la mencionada comisión,  tenía una vaga idea acerca de realizar una rapsodia con canciones mexicanos. Se me sugirieron algunas piezas, que me parecieron adecuadas y agregué otras que, sobre todo, tuvieran cierta afinidad con las ya seleccionadas. Esta afinidad, tenía que ver sobre todo con cuestiones musicales: así por ejemplo traté de que las piezas tuvieran una cierta similitud rítmica; el lugar de origen de cada una también fue importante, e incluso la estructura melódica y armónica. Con ello, intenté que la Rapsodia Mexicana tuviera una cierta unidad estructural hasta donde lo permitieran las melodías elegidas.
 El orden y aparición de cada una de las piezas, dentro de la Rapsodia Mexicana, también fue cuidadosamente pensado. La forma de la Rapsodia Mexicana es hasta cierto punto circular, es decir, hay un regreso a modo de ritornello, enmarcado todo dentro de una estructura armónica y melódica que se despliega a lo largo de toda la obra.
Las piezas mexicanas que conforman la Rapsodia Mexicana son las siguientes:
1.       El Carretero (Jalisco)
2.       El Sinaloense (Sinaloa)
3.       El Nito (Oaxaca)
4.       El Corrido de Chihuahua (Chihuahua)
5.       El Quelite (Sinaloa)
6.       Campechana (Campeche)
7.       Peregrina (Yucatán)
8.       El Corrido de Monterrey (Nuevo León)
9.       Tampico Hermoso (Tamaulipas)
10.   El Tigre (Tabasco)
En ese orden aparecen, precedidas de una pequeña introducción, y están agrupadas de acuerdo al género musical. Así, las primeras tres son sones: El Carretero, El Sinaloense y El Nito, todas en compás de 6/8. Las tres siguientes están en compás ternario (3/4), y son: El Corrido de Chihuahua, El Quelite y Campechana, todas en ritmo de vals. La siguiente pieza es Peregrina en compás binario (2/4). Le siguen dos corridos: El Corrido de Monterrey y Tampico Hermoso, también en compás binario. Para enlazar las melodías se recurrió al recurso de transiciones, que elaboran de manera sencilla, ciertos motivos del material ya escuchado, algunos de esos motivos están presentes a lo largo de toda la Rapsodia, con el fin de lograr una cierta unidad.
La última pieza es nuevamente un son: El Tigre, la cual, cierra el ciclo de las diez piezas mexicanas elegidas, y además permite el regreso a una rítmica similar a la del inicio. Una característica de El Tigre, es que los grupos folklóricos que interpretan esta melodía incorporan un solo de percusiones, por lo tanto también existe uno en la Rapsodia Mexicana con la sección completa de percusiones de la orquesta, que funciona como transición, para enlazar a  la sección final: una recapitulación-desarrollo, en donde escuchamos nuevamente algunas de las melodías que conforman la Rapsodia Mexicana, elaboradas con algunos recursos contrapuntísticos. Así suenan otra vez El Tigre, El Carretero, El Sinaloense, El Corrido de Chihuahua, cerrando con El Nito con un tutti orquestal.
He de finalizar diciendo que la obra está dedicada a todas las orquestas juveniles del país, por lo que se contempló que la obra tuviera una dificultad de sencilla a media en el aspecto técnico-instrumental, con el fin de que la mayoría de las orquesta juveniles la puedan interpretar, y claro, es también un homenaje a los autores de las canciones seleccionadas:
El Carretero (Rubén Fuentes); El sinaloense (Severiano Briseño); El Nito (Samuel Mondragón)
El Corrido de Chihuahua (Felipe Bermejo); El Quelite (Alfonso Esparza Oteo); Campechana (Pepe Guizar); Peregrina (Ricardo Palmerín); El Corrido de Monterrey (Severiano Briseño); Tampico Hermoso (Samuel Lozano); El Tigre (Zapateo, Dominio Público)

Carlos Islas Arias, julio del 2012.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Algunas apuntes sobre la composición musical.


El área de la composición musical siempre ha estado envuelta en mitos, leyendas y en una especie de halo de misterio, es decir, es poco comprendida, debido en gran medida, a que para conocerla más profundamente se debe estudiar de manera rigurosa en un Conservatorio o institución similar,  y aun así, si no se tuvo la adecuada orientación, puede ser que salga uno con poca comprensión.
Otro problema es que el área de la música es muy extensa. Actualmente existen tantos géneros que es muy difícil comprenderlos y abarcarlos todos ellos, tanto en la música comercial, como en la popular, folklórica y a la que nos referiremos: la música de concierto; y aun así, dentro de ésta sola área, existe una gran cantidad de corrientes que surgieron, la mayoría durante el siglo pasado, es decir el siglo XX, lo cual hace que su entendimiento sea difícil y complejo.
Entrando en el tema en cuestión de la composición musical, hemos de decir que desgraciadamente se tiene la errónea idea de que es algo o muy elevado, complejo o etéreo, o aún peor que todo llega por pura inspiración, es decir como dando a  entender que es un don proveniente de la divinidad. Nada más erróneo. Si bien hay que tener ciertas aptitudes, como en todo, eso no es suficiente.
Ya Beethoven decía, “El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación”. Si bien es cierto, que nuestros impulsos son importantes, y con esto me refiero a nuestras intuiciones, a final de cuentas, esas intuiciones deben ir soportadas por un conocimiento. Este conocimiento puede haber sido adquirido de manera empírica (lo cual no siempre conlleva buenos resultados) o de manera más académica. Lo importante es integrarlo después a nuestras vivencias musicales, en este caso a la música que queremos transmitir, ya sea componiéndola o incluso interpretándola.

Otro aspecto que me gustaría comentar, y que creo que ayudará a entender un poco mejor este tema, es el hecho de que precisamente la composición musical tiene ciertas semejanzas con el acto de escribir un artículo como este, o mejor, con el acto de escribir un libro. Hay  niveles o planos dentro de los cuales se mueve el relato, en este caso la composición.  ¿Qué tan complejos son esos niveles o planos? Depende de las dimensiones y el sentido que se le quiera dar a la obra: no es lo mismo escribir un artículo que un cuento o aún más una novela, así, no es la misma dimensión y estructura para una pequeña pieza de piano, que para una obra multi-movimiento (como por ejemplo una sonata).
En una pieza musical, se cuenta una historia, pero no está articulada por palabras (como en un artículo, cuento o novela) esta historia está concatenada por las relaciones interválicas y armónicas propias de la música. Que tan bien las sabemos conducir, eso dependerá de nuestra imaginación, conocimientos y sensibilidad,  el buen suceso de una pieza u obra musical, es parecido a un buen suceso en el devenir argumental de una novela. Obviamente, con esto no pretendo decir que escribir una novela y una pieza musical de concierto sea lo mismo, simplemente comparo ciertos puntos en común que considero pueden tener ambos quehaceres artísticos, cada uno representado por sus propios hacedores artísticos, tan respetables unos, (los escritores) como los otros (los compositores).
Ambas creadores transmiten ideas, pero unas son ideas articuladas por medio del lenguaje hablado o escrito y las otras son ideas articuladas por medio del lenguaje musical;  el cual también tiene dos variantes: la vivencial y la escrita,  la música cuando se interpreta en vivo (cuando alguien interpreta o improvisa una pieza musical) es una vivencia musical inmediata y cuando la música aparece impresa en una partitura, es análoga a la palabra escrita.
Por cierto, para terminar como comentario adicional, diré que una partitura de música de concierto contiene mucha información a diferentes planos: armónico, melódico, rítmico, contrapuntístico y otros más sutiles como el plano tímbrico y el de alturas o registros, etc. Todo ello al servicio de la expresividad que a final de cuentas es lo importante an una pieza de música u otra actividad artística.
Más adelante seguiremos comentando más acerca de este tema y otros relacionados, gracias por leerlo y hasta luego.

Carlos Islas Arias